EDICIÓN 26/01: Puros contra la locura de enero: humo en lugar de „nuevo yo“
Enero.
El mes en el que, de repente, todo el mundo finge haber salido anoche de una cápsula de motivación de cristal convertido en una versión mejorada de sí mismo. Por todas partes se oyen frases como „2026 será MI año“, junto con el olor a zumo de apio y autoengaño.
El mundo es frío, los días son cortos y tu cronología está llena de gente que mastica voluntariamente copos de avena como si fuera una prueba de carácter. Además, están esas selfies del gimnasio: caras sudorosas que parecen haber firmado un contrato con el sufrimiento.
¿Y tú?
Estás ahí sentado. Con un cigarro.
¡Con un puro, tío!
No como excusa. Como declaración.
Mientras otros hablan de „desintoxicación“ con una seriedad como si fueran a escalar el Everest (spoiler: solo suben las escaleras para ir al trabajo), tú haces algo realmente coherente: te enciendes dignidad. Despacio. Con calma. Con esa mirada que dice: „Sé lo que hago. Y no voy a masticar palitos de zanahoria mientras lo hago“.“
Lo pérfido de enero es que: Es un farol.
Entra como un entrenador motivacional, aplaude y grita: „¡AHORA TODO VA A CAMBIAR!“. Y tres semanas después, se sienta en un rincón con la mirada perdida, envuelto en una manta, y susurra: „No puedo más“.“
Tú, por el contrario, te mantienes estable. Porque conoces tus propósitos de Año Nuevo: menos estrés, más disfrute y, en principio, ninguna decisión que suene a „reto“.
Porque, seamos sinceros: „30 días sin azúcar“, ¿a quién se le ocurre algo así? No es un reto, es un castigo con fines publicitarios (porque a partir del día 31 vuelves a consumir azúcar).
Y luego están esas conversaciones en enero. Esas conversaciones horribles e inevitables.
„¿Y cuáles son tus objetivos para este año?“
Objetivos. Como si la vida fuera un informe trimestral.
Miras brevemente tu cigarro, das una calada lenta y piensas para tus adentros: Mi objetivo es no apresurar este cigarro. Y quizás también: No perder los nervios cuando alguien vuelve a decir ‚comer sano‘ mientras sostiene una galleta de arroz en la mano como si fuera una insignia moral.
Los cigarros no sustituyen a la terapia. Pero sustituyen exactamente ese tipo de estrés que surge de tener demasiadas intenciones. De optimizar demasiado. De esa compulsión de mejorar cada día, como si fueras un smartphone que necesita urgentemente una actualización.
Eres un ser humano. Y un ser humano tiene derecho a, simplemente, ser él mismo en enero.
No tienes que „mejorar“. No tienes que „levantarte más temprano“. No tienes que „cambiar tu mentalidad“. Como mucho, tienes que recargar tu mechero. Bueno, aunque una buena mentalidad ayuda a lidiar con los muchos idiotas que hay por ahí.
Y al final ocurre algo mágico: mientras otros intentan reinventarse en enero, tú no inventas nada. Te quedas. Respiras. Miras al frío y finges ser un filósofo, aunque solo estés pensando si más tarde te apetece un trozo de chocolate.
Y tiene un aspecto muy elegante.
No tienes un tablero de visualización. Tienes un cigarro.
¡Un cigarro, tío!
No luchas con la superación personal, sino con la serenidad aromática. No te dejas presionar. No te dejas acelerar.
Tú fumas tranquilamente.
¿Qué planes tienes para enero? Escríbelos en el campo de comentarios.
Créditos de las imágenes
- Portada: ChatGPT: „Dibuja una imagen abstracta que represente el mes de enero. Sin texto“.“

Es tan cierto. En enero todo el mundo se pone dramático, todos publican sus objetivos y, al cabo de unas semanas... se acabó 😄. ¡Estoy deseando leer lo que escribas en febrero!
Jaja, eso es muy cierto. La gente se lo toma muy en serio, sobre todo las mujeres con su maldita obsesión por los selfies. Y entonces llegas tú con tu puro y haces justo lo contrario: mantener la calma, no precipitarse. Sinceramente, eso es mucho mejor que cualquier reto de 30 días 😄.
¡¡Muy, muy guay!! 😂😂